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miércoles, 26 de marzo de 2014

Capítulo 4. Short life (Final)

Eran las dos de la tarde y me encontraba en el aeropuerto, pero no para irme, sino para despedirme de Dylan. Mi madre no me dejaba ir pues decía que Dylan y su padre debían pasar tiempo juntos y que si yo iba lo entretendría y no le haría caso a su padre. Al principio me enfadé con mi madre, pero luego, tras pensar, lo entendí.
Hacía un par de horas habíamos aclarado lo nuestro, decidimos empezar a salir como pareja aunque él ahora se fuese, pero volvería y podríamos estar juntos.

-Te prometo que volveré lo antes posible –me dijo Dylan mientras me abrazaba
-Te tomo la palabra. Te voy a echar de menos –contesté abrazándole también y nos besamos en  cuanto nuestros amigos nos dejaron solos
-Te amo, no lo olvides –dijo y poco después se subió al avión. Yo volví a mi casa junto con los chicos en un taxi

[…]

Tres semanas han pasado desde que Dylan se fue, ya estamos en el mes de julio. No hemos perdido el contacto, todos los días hablamos por teléfono e incluso a veces hacemos video llamada en Skype. Echo de menos poder abrazarle y besarle, pero al menos sabía que él era sólo mío y que cuando volviera lo iba a tener para mí.

Por otra parte, últimamente había salido poco pues me notaba bastante cansada, tenía poco apetito e incluso estaba perdiendo peso. Mi madre estaba preocupada por mí, incluso había hablado por teléfono con mi padre sobre aquello para ver si me había pasado algo mientras estuve con él pues no me creía cuando le decía que estaba bien.

Sabía que algo me estaba pasando, pues aunque no se lo hubiera dicho a mi madre para no preocuparla más, también me costaba respirar en algunos momentos.

-Enana, te toca poner la mesa –me dijo mi hermano al entrar en mi habitación
-¿No puedes ponerla tú?
-No, yo la puse para comer, te toca a ti. Yo voy un momento con papá al garaje a guardar unas cajas –resoplé y me levanté
-Está bien… -bajé las escaleras y me dirigí a la cocina, donde estaba mi madre preparando unos macarrones. Cogí los platos y los lleve hasta la mesa. De pronto empecé a toser y al mirar mi mano vi sangre. Mi madre, que venía detrás de mí con la comida, al ver la sangre dejó caer al suelo la comida, formando un estruendo que alertó a mi padre y mi hermano. Vinieron rápidamente.

[…]

Me encuentro en el hospital, me han estado haciendo pruebas para comprobar que todo esté bien.  La espera se me hace eterna, a mí y a mi familia. Estoy nerviosa y la mirada que trae el doctor al entrar no me da buena espina.

-Su hija deberá quedarse ingresada al menos un día más. Las pruebas dicen que lo que su hija tiene es cáncer de pulmón. Debemos hacerle algunas pruebas más para ver cómo de avanzado está y en el caso de que aún pueda curarse, ver qué tratamiento ponerle

Yo, cáncer. ¿Cómo era posible? Estaba asustada, aún era joven, me quedaba mucho por vivir y sabía que si tenía alguna posibilidad de salir de ésta durante el tratamiento estaría débil. Miré a mi hermano

-No le digas nada a Dylan, no quiero preocuparle, quiero que disfrute con su padre. Cuando vuelva se lo contaré yo misma en persona, no es algo para contar por  teléfono
-Y hablando de Dylan y de teléfono… -dijo mi hermano y me mostró el móvil que tenía en la mano. En la pantalla se podía ver que le estaba llamando
-Prométeme que no le dirás nada
-Te lo prometo –descolgó el teléfono y yo me quedé mirándole mientras hablaba. Al poco tiempo me pasó el teléfono. Cuando eso ocurrió mis padres y mi hermano salieron de la habitación
-Hola, cariño –dije un poco débil, pues me estaba dando otro de los bajones
-Hola. ¿Por qué no contestas al móvil? Me habías preocupado
-Perdona, estaba viendo una película y tenía el móvil en silencio así que no escuché tu llamada -mentí
-¿Pero estás bien? Suenas un poco apagada
-Sí, no te preocupes, estoy un poco cansada

[…]

Ya estoy en casa, pero las noticias no son muy buenas. Mi cáncer está bastante avanzado y aunque hay una posible cura no es mucha la probabilidad de que funcione. Hace un par de días empecé con la quimioterapia, parecía que estaba haciendo efecto pero después de cada sesión estaba exhausta, y eso que solamente era el principio. Dylan me notaba rara, pero yo seguía diciéndole que estaba bien.

-Pasa, está en su habitación –escuché que le decía mi hermano a alguien abajo en la puerta. En seguida llamaron a la puerta de mi dormitorio y para mi sorpresa la persona que entró fue Dylan

-¿Qué haces aquí? –pregunté sorprendida y me levanté, abrazándole fuertemente
-He venido a verte. Por mucho que me negases que te pasa algo no te creo, estoy preocupado por ti –en ese momento se percató de que mi cabeza estaba rapada- ¿qué te has hecho en la cabeza?
-Ven, siéntate –suspiré y ambos nos sentamos en la cama. El me miraba preocupado pero sin entender nada. Le cogí la mano- no te conté nada porque no creo que esto sea algo que contar por teléfono, estaba esperando a que vinieras para decírtelo…
-Deja de dar rodeos, ¿qué ocurre?
-Estoy enferma, tengo cáncer
-Si es una broma no tiene gracia, Almu –dijo serio
-Ojalá fuera una broma… -sus brazos me rodearon fuertemente. No pude evitar echarme a llorar en sus brazos, necesitaba desahogarme, dejar salir todo lo que me había guardado para mí
-Todo va a estar bien, yo estaré a tu lado –me dio un beso en la cabeza y me dejó llorar en su hombros. Cuando dejé de llorar me separé despacio- ¿has empezado ya con el tratamiento?
-Sí, hace un par de días
-Iré contigo al resto de sesiones de quimio que te queden
-No hace falta que…
-Voy a ir, digas lo que digas –me dio un beso en el dorso de la mano
-Gracias –le sonreí

[…]

Dos meses desde que empecé el tratamiento. Parecía que me estaba haciendo efecto, y eso, junto con Dylan, que estaba cumpliendo su promesa, me animaba a seguir con las sesiones. Ahora podía decir que los milagros existen, había un 90% de probabilidades de que el tratamiento no funcionara y sin embargo está ocurriendo el 10% que creía imposible.
Se suponía que dentro de unos días tenía que volver a España con su padre, pero como estaba con el tratamiento mis padres se pusieron de acuerdo y me quedaría aquí con mi madre. Ahora sería al contrario, me quedaría con mi madre y pasaría los veranos con mi padre. Eso me alegraba pues así podría estar con Dylan y también con Danna y Kyle, pero por otro me apenaba pues echaría de menos a mi padre y mi pequeño hermano de tres años. Pero todo no se podía tener. 

[…]

Llevo un par de semanas ingresada en el hospital pues estas sesiones estaban siendo más duras, así que el médico recomendó a mis padres que me dejaran allí, y a pesar de que yo me opuse ellos accedieron. Ayer fue mi último día de quimio, estaba contenta pues este calvario por fin terminó

-Te veo más animada –me dijo el doctor
-Sí, por fin tengo el alta
-Por ya sabes que de ahora en adelante debes venir a hacerte revisiones porque es probable que dentro de unos años el tumor vuelva y debemos tenerlo controlado –me recordó
-Lo sé, pero mientras tanto podré vivir de nuevo, viajar y hacer todas las cosas que antes hacía –en ese momento entró Dylan con un ramo de rosas. El médico al verlo sonrió y salió para dejarnos solos
-Son preciosas –sonreí y besé los labios de mi chico
-Como tú –dijo peloteándome y yo sólo me reí – vamos, es hora de irnos

[…]

Mi vida, mi alma, mi mitad. Me queda poco de vida, lo sé, lo noto. Y aunque no quiera dejaros ni a ti ni a Esperanza me temo que mi momento ya ha llegado. Recuerda que te quiero con todo mi corazón, y que aunque yo ya no esté de cuerpo presente, estaré siempre contigo y con nuestra hija. Quiero que sepas que cada momento junto a ti ha sido único, has sabido hacerme feliz y te lo agradezco. Siento no poder devolverte toda esa felicidad, pero mi cuerpo ya no da más de sí, no puedo más, el dolor me consume. Espero que con el tiempo vuelvas a encontrar felicidad con otra mujer que pueda estar por el resto de tu vida junto a ti. Espero también que cuando Esperanza crezca le hables de su madre y le enseñes a no rendirse nunca y a luchar por lo que quiere.
Debes estar a punto de llegar a casa así que será mejor que apague esto ya.
Recuérdalo siempre, te amo Dylan.

Esas son las palabras que le dejé al amor de mi vida grabadas en un video. Me alegra decir que conseguí estar sana durante seis años. Terminé bachillerato a los 19 y ese mismo verano Dylan y yo nos casamos. Nuestros padres al principio no estaban de acuerdo pues pensaba que aún éramos demasiado jóvenes, pero yo sabía que aunque en ese momento estuviera bien tarde o temprano volvería a enfermar. Poco después me quedé embarazada y a los 20 años tuve una preciosa niña, Esperanza le pusimos de nombre. Por suerte pude verla crecer durante unos años. Dylan y yo fuimos felices juntos durante los cuatro años que estuvimos los tres juntos. Unos meses después de que me hija cumpliera los cuatro el cáncer volvió, pero a diferencia de la otra vez esta vez no hubo solución y mi vida terminó.
A veces la vida no es justa, deja que la muerte se lleve a personas inocentes que lo único que quieren es ser feliz con su familia, pero a mí no me importó, conseguí lo que siempre quise, una familia con Dylan. Puede que esta no fuera la forma en la que me lo imaginé, pero sé que él cuidará bien de nuestra y que con el tiempo será feliz de nuevo.

En cuanto a mi familia, mi hermano había roto con Jamie para poder estar conmigo en Londres, decía que tantos años a distancia no saldría bien, pero aún así quedaron como amigos. No sé qué pasará ahora, si volverá a España o se quedará en Londres, pero espero que sea feliz. Sé que ahora tanto él como mis padres están tristes, pero también sé que lo superarán y continuarán con sus vidas. Ellos me enseñaron a ser fuerte y luchar, ahora es su momento. 

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