Después de tanto tiempo he vuelto con un nuevo capítulo. ¿Ni un solo comentario, en serio? Empecé en el prólogo con siete, en el primer capítulo dos, y en el segundo ninguno. Si no os gusta la historia decídmelo y empiezo con otra, que tengo unas cuantas empezadas y puedo seguir con esas si no queréis esta.
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Era de noche, estaba a punto de irme a dormir cuando Frederick entró.
-¿Qué haces aquí?
-Estar contigo, como todas las noches
-No, Frederick, esto se tiene que acabar, ya estás oficialmente comprometido
-¿Y qué? Jasmine, sabes que yo te quiero a ti, que a Roselyn no la quiero
-Eso no importa, a nadie le importa eso mientras tú cumplas con tus deberes reales
-Pero es que estoy harto de esto, yo no elegí ser príncipe, no quiero serlo, quiero ser una persona normal que pueda casarse con quien quiera
-Es lo que te ha tocado, te guste o no, lo eres –suspiró
-Pasemos juntos al menos esta noche, la última –dijo mirándome a los ojos
No pude resistirme y le besé, le besé como nunca antes lo había hecho. Nuestros besos eran casi desesperados, pero dulces a la vez. Frederick comenzó a subirme el camisón y cuando me lo quitó besó mi cuello. Fuimos despojándonos de la ropa hasta que quedamos ambos completamente desnudos para fundirnos después en uno. Esa vez totalmente diferente, llena de amor y de sentimientos, sentimientos de tristeza al saber que esa sería la última vez que podrían demostrarse su amor, la última vez que podrían dormir juntos, la última vez que podrían juntar sus labios, el final de todo.
Cuando desperté Frederick todavía estaba a mi lado, pero para mi sorpresa estaba despierto, mirándome.
-¿Qué haces todavía aquí? Pronto se despertarán todos y si te ven aquí...
-Tranquila, enseguida me iré, pero quería verte así antes de irme –dijo y me besó, un beso dulce, de despedida- te quiero, y siempre te querré –tras decir esto se levantó, se vistió y salió de mis aposentos
-Yo también –susurré con lágrimas en los ojos cuando él salió
Los días iban pasando, las cosas con Frederick no volvieron a ser igual, intentaba verle lo menos posible y cuando lo hacía era solamente para servirle. Para colmo, Roselyn se había venido a vivir a palacio, cosa que me irritaba ya que nos trataba fatal, además, estaba un poco distanciada de Dorothy ya que yo apenas hablaba con la gente, no tenía ganas de nada.
Estaba sirviendo el vino en la última copa cuando Corinna golpeó ligeramente la copa con la cucharilla para que la gente le prestara atención.
-Tengo una buena noticia que daros –dijo ella con una sonrisa- mi hijo y su futura esposa están esperando un hijo varón, así que pronto habrá un heredero al trono
Todos los presentes felicitaron a la pareja. A mí eso me sentó como un jarro de agua fría, ¿de verdad? ¿tan pronto? Vi como Frederick me miraba, en su mirada se podía ver culpa, tristeza y varios sentimientos más que no conseguí descifrar. Aparté la mirada de la de él y salí del gran salón.
Salí a los jardines y comencé a correr, ya no sabía dónde estaba. Paré y me senté en el suelo, apoyando mi espalda y cabeza en el tronco de un árbol. Estaba comenzando a sentirme mal, mareada. Miré a mi alrededor una vez más hasta que caí desmayada.
-Jasmine, reacciona –decía Frederick una y otra vez. Abrí los ojos despacio y le miré
-¿Qué ha pasado? – pregunté confusa
-No lo sé, salí a buscarte y te encontré aquí tirada –dijo preocupado
-Salí corriendo de allí y empecé a encontrarme mal, me senté y no recuerdo más
-¿No te alimentas bien? Jasmine, sabes que comer es necesario y…
-Frederick, de verdad, no es eso, sí que como, no sé por qué razón me he desmayado, debe de haber sido una bajada de azúcar o algo
-Ven, vayamos al castillo, llamaré al doctor –dijo y asentí. Me llevó a mi habitación y fue a llamar al médico
Cuando el doctor llegó, empezó a hacerme pruebas. Volví a marearme, y si no me llegan a sujetar hubiera caído al suelo. El doctor miró a Frederick y después me miró a mí.
-Señor, ¿puede salir un momento? –le dijo el médico y él asintió inseguro pero le hizo caso- Jasmine, los desmayos son normales, y las náuseas y los cambios de humor también lo serán
-¿Qué? No entiendo, ¿qué quiere de…? –me quedé callada, no, no podía ser
-Señorita, usted está embarazada
Zas, otro jarro de agua fría. No podía ser verdad, ¿qué haría ahora? No podía decírselo a Frederick, él iba a casarse y a tener un hijo con su prometida, además, nadie podía enterarse de que el príncipe tenía hijo bastardo. Me senté en la cama y me llevé las manos a la cabeza.
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